15 de diciembre de 2013

Veo veo: un libro

Éramos tres amigas, de las de toda la vida, entusiasmadas por el viaje que estábamos realizando. La emoción de salir de casa, de ir al extranjero, sin familias ni ataduras. Vivíamos para disfrutar y aprender, para experimentar y conocer. Y allí estábamos, paseando por las callejuelas de la ciudad dorada, perdiéndonos entre rincones. Habíamos comido en manteles de cuadros rojos y blancos, con aceiteras sobre las mesas y jardineras colgando de las paredes; habíamos bebido cerveza por 50 céntimos y habíamos fumado dentro de los bares, sin leyes. Habíamos corroborado la facilidad con la que, en los restaurantes cercanos a los monumentos, te escriben una cifra más en la cuenta, y nos habíamos ido refunfuñando, con una aceitera en el bolso, venganza de una de nosotras.
En la misma calle del restaurante de manteles rojos y blancos y cifras de más en la cuenta había numerosas tiendas de moda acogedoras solo con mirar el escaparate; tiendas de alcohol, donde descubrimos la absenta de marihuana y nos mirábamos traviesas, conmovidas por la curiosidad; y cafeterías con pequeñas terrazas a la sombra de los toldos de colores. Recuerdo que una mitad de la calle estaba pintada por el sol y la otra por la sombra. Como una foto en blanco y negro. Y también recuerdo cómo nos paramos en seco de repente, en la parte soleada de la calle. Una puerta que pasaba desapercibida y que prácticamente impedía ver lo que había dentro permitía entrar a otro mundo. Por casualidad, entre diálogos y miradas a todos lados, la encontramos. Una con el pelo rubio, chaqueta beige y mochila a la espalda; otra con camiseta naranja, típica chaqueta negra y sus gafas de sol; y una tercera con trenza, camiseta de rayas y mochila sobre un hombro; una tras otra nos adentramos en uno de los que serían mis rincones favoritos de Praga.
Las puertas se cerraron haciendo sonar la campanilla tras de mí. Y empecé a soñar...

Ese olor característico de los libros antiguos, que nos cuentan que han pasado por muchas manos o, con peor suerte, por una única estantería durante largo tiempo, era el perfume que reinaba en el lugar. Los montones de libretas, papeles con anotaciones, vinilos y libros me hacían tantear el terreno al tiempo que avanzaba por el estrecho pasillo. A mi izquierda, una estantería gigante recogía las historias que alguien leyó y algún otro leería. Las historias que, como a mí, harían a alguien viajar, imaginar, dibujar en la mente, vivir historias diferentes, aprender, descubrir, enamorarse, sufrir y, sobre todo, sonreír. A mi derecha, otra estantería de diferente modelo pero iguales dimensiones cumplía la misma función. Cada una de nosotras se perdió a su antojo, indagando en lo que a cada una más le interesaba. Yo me perdí entre autores que había estudiado y leído, como Kafka, Tolstoi o Hemingway, sin ignorar a Shakespeare, Kerouac y numerosos autores checos desconocidos para mí.
Mientras pasaba las páginas amarillentas y echaba un vistazo a las letras, quise averiguar qué historias se contaban, qué aventuras había decidido, ese autor checo en concreto, hacernos vivir. Me sentí impotente ante una lengua desconocida y desistí; imaginar desde cero es complicado y, al fin y al cabo, no deja de ser una historia escrita por tí.
Tras largo tiempo en la librería, ni recuerdo cuánto, echamos una última ojeada al local, maravilladas todavía y al ir a salir nos paramos frente al mostrador, las tres, como por un impulso. Le comentamos al matrimonio que estaba a cargo del local nuestras impresiones, en un inglés que dejaba bastante que desear pero que, espero, se hiciese entender con el apoyo de nuestras sonrisas y ojos brillantes. Miramos unas postales y recibimos unas tarjetas de visita, firmadas por los dueños, que nos hicieron ilusionarnos como niñas -todavía lo éramos, en parte-. Salimos, aun sobrecogidas por el momento vivido, a la calle empedrada, cuyo nombre aun recuerdo -Nerudova-, a caminar con medio cuerpo al sol y medio a la sombra, para formar, después de una experiencia nueva y muchas emociones a la espalda, parte de la postal en blanco y negro que la ciudad de Praga nos regaló.




----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


¿Qué es Veo Veo? Es, ante todo, un juego, una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, encontrarnos. Es una vía de escape para las palabras que se acumulan y buscan ser escritas para no desaparecer, y una oportunidad para escribir sin siquiera decir el porqué. Una vez al mes se escriben los Veo veo, sobre un tema que se elige en el grupo de Facebook 'Dinámicas creativas'.
¿Te animas? :)  
Otros veo veo de éste mes:
Con los pies sobre la tierra, Ir Andando, Apuntes Ideas Imágenes, Paper Versos, Planeta Tour, Camino Mundos, Rumbeando por ahí, Cuerpo Sentido, Prometeo Poeta, Caminando por el Globo, Babelia Heterogénea, Aprendiendo a ser, Charlas y Caminatas, La Otra Ciudad, Mi vida en una mochila, Magia en el Camino, Creando Felicidad, Titín Round the World

10 comentarios:

  1. guuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuau!!

    ResponderEliminar
  2. Precioso. Aquí esta el mío: http://mariamikhailova.com/2013/12/15/veo-veo-un-libro/

    ResponderEliminar
  3. Joder. Hacía tiempo que no leía algo tan descriptivo y tan bueno. Desde que llegó a mis manos algo de James Clavell.
    Enhorabuena Nerea Gutiérrez.

    ResponderEliminar
  4. Copado, me re gustó!!!
    Esas librerías son únicas!!!

    ResponderEliminar
  5. Leyendo que entré con vos a la librería y sentí ese olor de los libros antiguos!
    Hermoso!!! =)

    ResponderEliminar
  6. Wow, que lindo recuerdo, En casa tengo un par de libros en Hungaro, y me pasa igual, los abro, intento leer y entender algo, y los cierro frustrada jejeje

    Abrazo grande :)

    ResponderEliminar
  7. Me sentí dentro de la librería.... ¡impresionante descripción! ¡Bravo, Nere!
    Las quiero muchísimo a las tres....
    Besos.

    ResponderEliminar
  8. Nooooo...muy muy bueno. Escribís muy genial, me atrapaste completamente y eso que solo se trataba de una visita a una librería (que obviamente fue mucho más que eso). Me encantóoooo, y amo AMOOO el olor a libro viejo.

    Excelenteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tu huella en este rincón :)