6 de julio de 2015

Sábado, 4 de julio de 2015 00:50

Estoy en dos mundos paralelos y no encuentro la pócima secreta para escapar de alguno de ellos. Esta noche pálida, esta banda sonora, guardan mucho más de lo que cualquiera se podría imaginar. ¿Qué es esta historia que estoy leyendo? ¿Qué es esta locura que estoy sintiendo? Las novelas hablan de tornados, ráfagas de viento, y yo sólo puedo sentir una brisa que me susurra frases de amor.. Cuando exhalo el humo del cigarro construyo palabras que quisiera decir, que quisiera guardar, y no puedo más que pensar a la luz de dos faroles en cuerpos de color fundiéndose  con pechos blancos, en dos pares de ojos verdes fundiéndose en la noche... Soy cualquier personaje de un best seller, sintiendo siempre más de la cuenta. Sería Julia, en mitad de un cacaotal, siguiendo un par de hombros al caminar; sería una Clarence, saboreando un cuerpo ardiente junto a una cascada; sería Daniela derritiendo el hielo en las frías montañas aragonesas. Sería todas o ninguna, sería hojas arrastradas por el viento, con un final inconcluso, con un destino inconcreto. ¿Construiré historias coloniales? ¿Qué seré en unos años? ¿Dejaré de sentir? Seré miedo, quizá furia, a lo mejor fuego. Seré el tornado que sopla, por influencia de los espíritus... Si la luz de la luna, si la fuerza de las olas, si la rabia del sol hablasen, otra historia sería escrita. Y quizá un best seller, y quizá yo la protagonista.

En las noches de tornado siempre hay palabras entre las que caminar...

http://www.cruzine.com/2013/10/03/brilliant-digital-art-alcove/

3 de septiembre de 2014

Kahve, abanico y telenovela turca


15.10 hora local. El sol abrasa mis poros y mi abanico rojo flamenco no me libra de los sofocos. Estoy en la plaza del Bazar de la Seda -Koza Han que dicen los oriundos- y despues de pasear entre pañuelos de seda, las tacitas de café turco me han atraído hacia una mesa con sombrilla. Kahve, gracias por ser servido con agua. Me bebo el café con ganas, me gusta, y la sensación final de comer barro cuando solo queda el poso también. Dejo un poco más café de la cuenta, sigo el ritual y doy la vuelta a mi taza. Una dos tres monedas sobre ella, y mi anillo como broche final. Ahora a enfriar, en unos diez minutos mi fortuna y futuro serán narrados. Aprovecho para ojear el periódico, el Bursa perdió ayer. Recuerdo que vi el partido en directo, yeşil,beyaz, yeşil, beyaz,yeşil, beyaz, Bursa spor!! Muhammet coge la taza, los restos del café se quedan sobre el plato, y empieza a estudiar las formas y ángulos dibujados en las paredes blancas de porcelana. Le dejo concentrarse y fijo mi mirada en un crucigrama que hay en la mesa. Otro de los chicos turcos que me acompaña me dice que me parezco a la mujer del pasatiempo, le contesto con un sí hombre en lenguaje no verbal que entiende a la perfección y me cuenta que es una famosa actriz de telenovelas turcas. Bueno, quizá me parezco un poco. Muhammet me habla de caminos diferentes, inconexos, de delfines y cosas buenas, de flamencos y malos presagios, de decisiones, de problemas y conformidades, de desencantos. Nunca imaginé que un café turco de cuatro lyras y media diese para una vida entera, surja lo que surja y sin contemplaciones. Decido en ese mismo momento que volveré a Turquía para volver a encontrarme delfines marrones en plazas de seda. Sin darme apenas cuenta, entre el acento turco y el tintinar de las tazas y vasos de çay, el tiempo ha pasado más fugazmente que de costumbre, y el autobusero, aunque turco, no perdona. Recojo mi cartera turca, mi tabaco turco, mi bolso turco, mi abanico rojo flamenco, le digo adiós a mi gemela y güle güle a los flamencos. A la salida del bazar paso junto a una fila de hombres enfrascados en sus abluciones y deseo con fuerza poder leer en un futuro sus delfines de café, empaparme de sus costumbres y charlar sobre política, mujeres, julios de Ramadám y agostos de calor. 

3 de junio de 2014

03/06


La mujer que vive en el número 31 se pinta los labios con carmín rojo para ir ansiosa en busca del hombre que años atrás le robó su nombre al viento para tener el derecho de nombrarla cada día. En la radio, mientras se prepara, suena la canción que antaño fue guía de corazones despiertos, ávidos de cambios, exultantes. El sol se deja ver entre las nubes - será por ser dos de junio, el norte no cede tan fácilmente - así que decide coger del armario el vestido amarillo de algodón y siente su tacto al ponérselo, imaginando en esa caricia las manos ambiciosas de su hombre. Preparada, de punta en blanco, recoge los zapatos a los que ha sacado brillo en abril y, a tonos morados, pone sus pies a bailar. Llega a la plaza , le rodea el murmullo y se sienta a esperar. A su oído, le susurra: 
Te echaba de menos. 
¿Probamos suerte, R.? 
Van años de hastío, 
déjame gritarte cada día.

2 de junio de 2014

02/06



Entre vistas e infusiones, imágenes de una tarde. Plan desconocido para conocer y tres protagonistas. El casco antiguo de una ciudad con la temperatura típica de las tardes otoñales cercanas al invierno, y el olor a castañas y a frío a pie de calle. Botas verdes, medias rojas y parte del cabello rapado. Combinación. No le pongo adjetivo porque no sé hacerlo. Simplemente combinación. De cosas, de gustos, de lugares, de historias. Riqueza de la tarde. Conversaciones y sonrisas. Y risas. Y plan tras plan. Mochila a la espalda, concierto aquí, tienda de campaña allí, interrail, Biarritz, Donosti, Barna... Y de un lado para otro. Y a recorrernos el mapa. Solas o con gente. Pero la mochila a la espalda. Y confesiones. De madurez, de cambio, de sencillez, de alegría, de ojos abiertos, de vida. Y espejos. Espejos de la tarde, reflejos de unas en las otras, datos similares. Pero también diferentes. Y paseando, contando sueños. Sueños que no se caen, nadie los tira al suelo, se completan con los otros. El sueño de vivir en Nueva York se completa con el de ser artista, y el de tener un perro se completa con el de vivir en un estudio con patio exterior. Y todas queremos azotea. Y la publicidad se completa con el periodismo de guerra, y ambos con el periodismo real, en el lugar real. Y hablamos de blogs, de escribir, de películas, de libros... De descubrir la ciudad, de mercadillos, de antigüedades, de ambiciones...
Y sin silencios. Bueno, miento. Al final de la tarde ya empezaba a haberlos. 
Pero es normal, ¿no? Al fin y al cabo, 
tan solo eramos tres desconocidas.


El veintisiete de octubre de dos mil doce las tres desconocidas de este relato pasaron una tarde juntas. 
A día de hoy, soy incapaz de contar cuántas tardes y momentos habremos vivido, pero he encontrado uno de los primeros que se había quedado en el tintero.
Ya no somos tres desconocidas, pero seguimos siendo combinación.
Qué orgullo.

1 de junio de 2014

01/06


Sweet Mary Jane, divino cielo, 
crece despacio y vive sin frenos.
Baña tus mechas en el mar salado,
dejate tocar por manos sabias.

No digas que no al todo
y que el todo no te niegue nada.

Vistete de sueños transitorios,
de ilusiones que se van con el crepúsculo.
Canta a voces en los callejones sin salida
y no habrá puertas cerradas frente a tí.

Que te despinten los labios,
que te roben el corazón unos ojos brillantes.

Los sinsentidos se moverán a tu paso
y te invitarán a acompañarles por la vida,
ese tren irá repleto de almas perdidas
que buscarán tus yemas para sentir la magia.

Pasea por la vida a tu manera
y ella sabrá como hacer más larga la carrera.

Siete meses tardarás en caer en el abismo;
quizá en dos ya estás rendida.
Los escombros herirán tu piel, pedrada tras pedrada,
y no habrá quien te ayude a reconstruirte.

Lucharás por lo que crees
y de nada te servirá.

Pero, eh, divino cielo, yo estaré aquí
y en mis brazos he construido un refugio.
Lo abre tu sonrisa y no hay catástrofe que lo cierre.

Sweet Mary Jane, 
vive, 
que ahora
te toca a tí.